viernes, 27 de marzo de 2020

Cultivos de emergencia


Rábano y espinaca germinando
 Supongo que a muchos nos ha pasado: la cuarentena nos ha cogido encerrados en un piso y ¿qué vamos a hacer?

 Como no iba a ser de otro modo... tirar de macetas para entretenernos y bueno, de paso, alimentarnos un poco. En mi caso he tenido que tirar de alguna que otra semilla que sinceramente no creo que salga. Llevan muchos años en el cajón de las semillas, ese que me habré prometido ordenar un ciento de veces. Pero esperanza es lo último que me falta (menos mal, que en una pandemia mundial no me falte esperanza es un buen síntoma...).

 La plantación la he ido haciendo de manera algo escalonada, utilizando, como siempre hago, el hummus de mis lombrices como sustrato. Las primeras siembras las he hecho el 14 de marzo. En esa fecha he hecho la mayoría. En un principio la idea era tener unas macetitas con alguna lechuga, algún rábano... esas cosas. Un par de días después me dije: "¿porqué no intentar aprovechar la ocasión para hacer plantel? ¡Con suerte no echamos tanto tiempo encerrados!". Así que me decidí a plantar también tomates.

 A las malas, si dentro de dos meses seguimos en casa -que parece indicar la cosa que esto puede ser así-, tendré unos tomatitos plantados. A las buenas tendré plantel para el huerto. Como dirían los americanos: es un win-win.

Diferentes plantas y macetas en la repisa de la ventana
 Por el momento ya me están saliendo cositas, aunque esto de la cuarentena hace que esté demasiado pendiente de lo que sale y de lo que crece. Este exceso de atención, al menos en mí, acaba provocando que las riegue mucho o las maree de un lado a otro en búsqueda de sol y muchas veces lo que necesitan las plantas es que las dejen en paz.

 La parte buena de utilizar el hummus de mis lombrices es que hay veces que viene con sorpresa y nace algo que no te esperabas. Supongo que para un huerto industrial esto no es deseable, pero para un mero aficionado como yo siempre es una buena noticia. Además estas semillas germinadas de manera espontánea suelen tener una resistencia excepcional. Suelen ser unas plantas maravillosas, por lo que no suelo desaprovecharlas. Si  no me cuadra el lugar en el que han nacido, por el motivo que sea, basta con repicarlas y llevarlas a otra maceta. Aquí, como quien dice, no se tira nada y menos si cabe, en una pandemia mundial.

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