lunes, 16 de abril de 2012

Recoger para sembrar (I): Porqué recoger nuestras semillas

Rábano floreciendo
En la agricultura ecológica o biológica, o aquellos que hacemos todo lo posible por intentarlo, tratamos de conservar nuestras semillas como era antes, de un año para otro. Muchas veces se intercambian entre los hortelanos diferentes semillas que tienen y que han dado buen resultado, intentando evitar caer en las garras de la industria. En un cultivo industrial quizás le sea un poco complejo, pero para el hortelano aficionado puede ser parte de un juego.

La fijación por este hecho no es siempre lo que parece, no es solo ahorrarte dineritos, ni mucho menos un pulso personal contra las multinacionales de la alimentación, sino que se trata de un acto de ayuda a nuestro ecosistema y a la naturaleza en general. Se trata, en primer lugar, de ayudar a conservar la biodiversidad del planeta, lo cual quiere decir que intentamos conservar la gran riqueza de especies de nuestro mundo
. Este gesto es muy importante, ya que poco a poco desaparecen de nuestros mercados múltiples variedades por no ser tan productivas y esto provoca que se dejen de cultivar y desparezcan definitivamente. Las variedades locales de hortalizas, adaptadas a cada lugar y que poseían un encanto peculiar van dando paso a variedades hibridas, modificadas, que dan frutos sin sabor. Eso sí, salen todos del mismo tamaño y aguantan sin echarse a perder mucho más tiempo.

Por otra parte, si guardamos semillas de una planta y la vamos reproduciendo a lo largo de generaciones, fijándonos en conservar buenas características, podremos conseguir una planta más adaptada a tu lugar y más resistente a ciertas plagas. Además de ir seleccionando que atributos nos gustaría conservar de generación en generación.

A su vez, otro motivo para guardar semillas es el tremendo placer que supone comerte un fruto que sabes que has sacado desde que era como una piedrita, o como un grano de arena (sentirse un poco más autosuficiente). Parece mentira, pero para mi es una de las grandes satisfacciones del huerto.

Y por supuesto, por último y para mi menos importante es el pequeño ahorro de dinero. Sobretodo es pequeño para aquel que puede comprar plantel a precio de agricultor, porque si lo haces a precio de urbanita desde luego que no es un gasto despreciable.

Por la contra, los tres grandes inconvenientes vienen siendo; guardar bien las semillas, tener que planificar las plantaciones para preparar plantel y que este tenga un buen crecimiento.



Muchas veces parecerá engorroso, pero no lo es para nada. Es un placer observar una planta cuando florece y estar atento haber cuando esta lista para que recojamos sus semillas, secar estas y guardarlas hasta el año que viene. Para practicar podéis probar con tomates y pimientos, o con habas y judías, especies que me parecen sencillas y motivadoras.

Yo os animo a que plantéis vuestras propias semillas y las guardéis de año en año. Quizás algún día hagamos intercambio. Eso si, recordad etiquetarlas bien con el nombre de la especie, variedad y fecha de recogida.


Podéis encontrar semillas de variedades locales en los mercados semanales y en ferias agrícolas. También existen asociaciones como Lesrefardes en Cataluña, que promueve la conservación de este tipo de variedades y distribuye semillas de este tipo.

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