sábado, 13 de diciembre de 2014

Apicultura na casa: La sociedad de las abejas

Las abejas, como las hormigas, viven en comunidad siguiendo un estricto sistema organizativo. Seguro que Lenin soñaba con una Madre Rusia igual, en la que cada individuo cumpliera su función sin cuestionar, que el mejor fin, es el común.

Como bien sabréis, una colmena es una agrupación de abejas, constituidas por una reina, varios miles de obreras y eventualmente unos cuantos zánganos. Al lugar en el que viven se le suele llamar también colmena y puede ser de muchos tipos. A día de hoy, para la práctica de la apicultura, se suelen alojar en estructuras cuadradas de madera. Las hay de distintos tipos y formas, pero casi todas tienen algo en común: nos permiten remover la miel sin destruir el enjambre. Además, nos permiten revisar el estado de los panales (pareces de celdillas hechas de cera en las que ellas depositan los huevos y el alimento) sin perturbar demasiado su trabajo.



Cada tipo de abeja cumple una función. Como en una jerarquía natural. Para ello, la reina, que suele ser solo una por colmena, es la encargada de poner huevos. Es fecundada una vez en la vida y permanece fecunda para el resto de su existencia (4 años aproximadamente). Una gran curiosidad de las abejas es que tienen dos tipos de huevos, unos no fértiles, de los que salen los individuos machos y unos fértiles, que dan los individuos hembras. Pero os preguntaréis, ¿no había tres tipos de abejas? Si efectivamente, el tema es que tanto las obreras como la reina son hembras, salen del mismo huevo, la única diferencia es su alimentación. La reina es alimentada toda su vida con jalea real y en cambio la obrera solo consume este alimento los tres primeros días de su vida. La obrera, por tanto, es un individuo femenino también, pero con el aparato reproductor no desarrollado. Aún así pueden poner huevos, pero de ellos solo saldrán zánganos. Estas obreras son el individuo mayoritario, las que solemos ver paseando de flor en flor y son las encargadas de recoger el polen, alimentar a las crías, hacer la cera de los panales... es decir, prácticamente lo hacen todo ellas y, al contrario de la reina, tienen una vida muy corta. El zángano por su parte es el macho y tiene un único cometido en su vida, fecundar a una reina. Por ello, llega un momento en que las obreras matan a los zánganos, debido a que ya no es época de apareamiento y lo único que hacen es consumir alimento.

Pero aunque una reina dure más o menos cuatro años, en la apicultura no se la deja sobrevivir tanto dado que baja su rendimiento. Al igual que las gallinas, los dos primeros años son los mejores. Por ello cada dos años se suele sustituir. Aún así, de vez en cuando en primavera, algunas colmenas crían una nueva reina de manera natural y echan a la vieja. Es lo que se conoce como enjambrazón. Este hecho se da por diversas causas, aún siendo su sistema natural hay detonantes, como puede ser la falta de espacio en la colmena o que la reina sea vieja. Cuando una reina es joven hace una puesta ordenada en el panal. Normalmente del centro hacia afuera. Cuando es vieja la hace más desordenada.

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